La revolución de las mujeres

Hoy se celebra el día internacional de las mujeres. Un 8 de marzo que, en esta ocasión, nos sirve para decir alto y claro que queda mucho por hacer, que no hemos llegado demasiado lejos en la igualdad, sino que todavía hay un largo trecho por recorrer. Es pues, un día de celebración feminista, de alegría por los progresos alcanzados en igualdad en nuestra sociedad, pero también un día de reivindicación de todos los techos de cristal que quedan por romper. La igualdad de derechos, de salarios, de oportunidades, de sueños, la libertad absoluta para decidir sobre el propio cuerpo, o la lucha contra la violencia machista son logros, todavía, sobre los que hay que seguir reivindicando, luchando o denunciando. Hemos avanzado mucho. Pero hay amenazas que siempre se ciernen sobre las conquistas feministas. Lo vemos cada día en planteamientos rancios, ultras, retrógrados, que cuestionan los avances producidos, y argumentan que se ha ido demasiado lejos desde visiones heteropatriarcales que pensábamos ya olvidadas. Incluso hay quien desde el altavoz de la política pone en cuestión que exista violencia contra las mujeres. No podemos bajar la guardia.

La histórica discriminación sufrida por las mujeres es doble para las que viven en nuestros pueblos. Por un lado, sufren discriminación frente a los hombres. Y, por otra parte, sufren discriminación frente a las mujeres que viven en la ciudad. Los avances de las últimas décadas son mucho más difíciles en entornos rurales, en pueblos pequeños, en los que la tradición juega un papel más relevante, masculinizados y donde, en muchas ocasiones, la libertad se somete a juicio. Han mejorado mucho las cosas, claro. Pero aquí queda todavía mas camino por recorrer para alcanzar una igualdad plena en todos los aspectos.

Una de las cuestiones en la que hay que incidir es en la presencia de mujeres en los puestos de dirección de las empresas, en los consejos de administración, en los lugares donde se deciden las cosas, en definitiva, donde se ejercita el poder.

La presencia de mujeres en los órganos de decisión empresariales, en las asociaciones, en la política, es la verdadera revolución pendiente. Si las mujeres están en los lugares en los que se decide, con toda seguridad, será más fácil alcanzar la igualdad plena de derechos entre mujeres y hombres.

En Castilla-La Mancha, en 2019, tuve el honor de impulsar la aprobación del primer Estatuto de las Mujeres Rurales de España ( https://www.boe.es/buscar/pdf/2020/BOE-A-2020-1533-consolidado.pdf). Sin duda, fue imprescindible la colaboración de las mujeres de FADEMUR, la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales de España (https://fademur.es), y de tantas mujeres de la Consejería de Agricultura, y del sector agrario y del medio rural, con las que compartíamos, proyecto, objetivos y trayecto.

El Estatuto de las Mujeres Rurales de Castilla-la Mancha ha supuesto un verdadero punto de inflexión en los pueblos de la región, y sirve de ejemplo para otras Leyes que se están desarrollando ahora en otras Comunidades Autónomas.

Quizá el aspecto mas relevante de la Ley es la exigencia de que exista al menos un 40% de mujeres -o de hombres- en los órganos de decisión de las entidades que trabajan con la administración en el ámbito agrario y rural. Esta obligación, aplicada ya en las ejecutivas, juntas directivas o consejos rectores de las organizaciones profesionales agrarias, Cooperativas Agroalimentarias de Castilla-la Mancha, la Red de Desarrollo Rural (RECAMDER), y todos los Grupos de Desarrollo Rural, ha supuesto una autentica revolución. No es solo la presencia de las mujeres en los órganos de decisión y en la interlocución con la administración, sino también, la visibilización de las mujeres en esos lugares.

El Estatuto también ha servido para que se incremente el número de mujeres presentes en los consejos rectores de las 585 cooperativas agroalimentarias de la región. También, el de presidentas. Lo mismo ha sucedido en numerosas entidades asociativas que aplican ya la paridad en los órganos de decisión.

Otro aspecto clave de la Ley es el compromiso que adquiere la administración agraria regional de priorizar a las mujeres en las convocatorias de ayudas que se pongan en marcha, en el marco del Programa de Desarrollo Rural, o con fondos extraordinarios. También, incrementar las ayudas para las mujeres. Esta práctica era ya habitual desde 2015 y así, por ejemplo, en la ayuda para la incorporación de jóvenes agricultores, las jóvenes agricultoras tienen prioridad -de tal forma que todas alcanzan la puntuación mínima para recibir la ayuda- y un plus de ayuda en la incorporación. A partir de la publicación del Estatuto la decisión ya no es voluntaria, y en todas las ayudas en las que la normativa europea lo permita, es obligatorio aplicar la prioridad para las mujeres en el sector agrario y en el medio rural.

Esto ha supuesto un cambio drástico en el campo, haciendo que aumente el número de mujeres como titulares de explotación, ya el 28% del total, o el de perceptoras de la PAC, el 34,5% del total.

Son pasos adelante muy importantes, que hoy conviene recordar.

Mérito de tantas mujeres que han venido luchando por la igualdad, a las que tanto debemos. Y de las que hoy siguen haciéndolo cada día.

A todas, feliz día de reivindicación y lucha

Comments
One Response to “La revolución de las mujeres”
  1. José luis dice:

    Totalmente de acuerdo. Las mujeres en los pueblos han tenido que soportar tradicionalmente dos discriminaciones. Para mí, la primera es la económica. Las mujeres no podían heredar ninguna actividad económica que quedaba reservada a los varones porque era la costumbre. La segunda era de tipo moral. Había que casarse con el primer novio y no podía haber más que un novio. Cualquier otra cosa era un conflicto.

    Digo que la primera discriminacion es la económica porque he visto que cuando la mujer era propietaria no existían problemas morales.

    Una vez me contó una señora de un pueblo de Valladolid que ella no había tenido ningún problema nunca por ser mujer. Era la propietaria de la mayor explotación agrícola de la comarca. Dirigía la explotación, contrataba, despedía y decidía. No tuvo problemas con los novios ni con los maridos ni con habladurías. Si hubo críticas fueron en voz baja. Era hija única y quedó huérfana muy joven. Además era la alcaldesa del pueblo.

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