Castilla y León, laboratorio del reto demográfico

Se aproximan las elecciones autonómicas en Castilla y León. Y no son unas elecciones mas. Se trata de la primera vez que se celebran de forma independiente desde la aprobación del Estatuto de Autonomía, gracias a la ultima modificación del mismo, que confiere al Presidente de la Junta la potestad de disolver las Cortes y convocar elecciones en cualquier momento, sin esperar a la finalización de los cuatro años de una legislatura ordinaria. Se trata pues, de una novedad en la región y hace que todos los focos de la política nacional se dirijan, por unos días, a esta comunidad autónoma, la mas grande en extensión de nuestro país, muy rural, con problemas de despoblación, y pocas veces en el centro de la política en España. Aprovechemos la oportunidad para analizar con mas intensidad este proceso electoral.

En primer lugar, una reflexión de partida que, en principio, condiciona todas las demás. Las elecciones se celebran ahora porque así lo ha decidido el presidente regional, en función de los intereses electorales de su partido, el PP, mas allá de supuestas deslealtades de sus socios de Ciudadanos, esgrimidas como argumento y que el tiempo transcurrido ha desmentido por completo. En resumen, las elecciones se celebran cuando supuestamente mejor le conviene al PP.

Y es posible que se hayan equivocado. La ultima encuesta del CIS, conocida el pasado miércoles aventura mayorías difíciles y, en todo caso, alejadas de una mayoría absoluta con la que parecía soñar el PP, y hoy ya muy poco probable a tenor, no solo de esta encuesta, si no de todas las que se están publicando. En la mayor parte, el PP aparece como el partido mas votado y con mas escaños, pero lejos de la mayoría absoluta. La caída de Ciudadanos, que solo en la encuesta del CIS mantiene el tipo con 5 procuradores, hace casi imposible dicha mayoría absoluta, fijada en 41 escaños, con la suma de PP y Ciudadanos. Y esto significa que para que gobierne el PP, en la mejor de sus hipótesis en estos momentos, haría falta el apoyo de la ultraderecha de Vox. Pasaríamos, pues, de un gobierno de coalición PP-Cs, a uno PP-Vox, de coalición o con apoyos puntuales en las cortes regionales. Mala, muy mala perspectiva para la sociedad castellanoleonesa.

Por otra parte, difícil se antoja una mayoría absoluta solo con la suma PSOE-Podemos como alternativa según las cifras de procuradores de ambos partidos que arrojan las encuestas. En definitiva, el resultado parece lejos de la mayoría absoluta en cualquier caso. Esta podría ser la segunda conclusión.

La aparición de partidos provinciales, que se apoyan en la reivindicación de lo rural y en la necesidad de afrontar el reto demográfico, en las inmensas áreas despobladas de Castilla y León, abandonadas durante décadas por parte de los gobiernos del PP, marca una campaña electoral y unas elecciones distintas. Es muy posible que en manos de estos partidos, principalmente de Avila, Soria y Leon, aunque en esta última provincia se añade a los objetivos citados anteriormente, la reivindicación de la historia propia del reino de Leon, esté la llave del gobierno de la comunidad autónoma. Ya tenemos la tercera conclusión.

No es fácil que este tipo de candidaturas provinciales en lugares donde históricamente no ha habido ni hay sentimiento nacionalista o regionalista, o incluso provincialista, fructifiquen. En Castilla y León vamos a poder comprobar si realmente tienen la fuerza y la capacidad de decisión que auguran las encuestas. Y es en Castilla y León donde más empuje parecen tener. Es una de las regiones donde más problemas de despoblación y ruralidad extrema hay en nuestro país, pero además, existe una sensación de abandono más acusada que en otros territorios.

Los servicios públicos de calidad en nuestros pueblos, la sanidad y la educación publicas, los servicios sociales,  las infraestructuras físicas y virtuales, el acceso al agua para fomentar la rentabilidad y crecimiento del sector agroalimentario, motor de desarrollo en el medio rural, son cuestiones que se encuentran en el centro del debate político en España. Y que, desde luego, van a condicionar los resultados electorales en la provincias despobladas de la España interior. En estas elecciones y, previsiblemente, en futuras citas electorales, también a nivel nacional. En realidad esta es la mejor arma para conseguir mejoras para el medio rural: los votos y los escaños decisivos, cada vez más, en un mapa político nacional, muy fragmentado.

Los anhelos de desarrollo rural y reto demográfico de esta década no serían una prioridad política si no influyeran en la conformación de mayorías y gobiernos. Esta es quizá la conclusión más relevante de lo que suceda en Castilla y León y su efecto en la esfera politica nacional. Los partidos políticos que quieran alcanzar mayorías de gobierno en España deberán tener en cuenta las prioridades del medio rural. De verdad, sin aspavientos ni postureos. De lo contrario se verán abocados a más fragmentación y, en muchos casos, más años en la oposición. 

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