El «camino» del vino

Enfrascados en el debate presupuestario de la PAC y en la habitual «guerra» de cifras, una vez aprobado, en el Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno, el nuevo Marco Financiero Plurianual (al que volveremos en este blog una vez se pueda precisar mejor el nivel del recorte en ambos pilares, y su efecto en los fondos que lleguen a España), conviene no olvidar otras cuestiones.
Es por ello, que dedicamos hoy esta entrada a analizar la situación del sector del vino, cerca del 1 de marzo, fecha límite para la presentación del nuevo Programa de Apoyo al Sector Vitivinícola en España, para el período 2014-2018.
El Programa incluye, en lo que a medidas se refiere, el esquema del anterior, manteniendo la reestructuración y reconversión del viñedo, la destilación de subproductos, la promoción y las inversiones.
Pero hay algunas cuestiones que están pendientes.
La primera, el efecto que el nuevo Marco Financiero Plurianual, recientemente aprobado, pueda tener sobre el presupuesto del Programa (la asignación prevista para España es de 353,081 millones de euros por campaña, incluido el pago único).
La segunda, el «remate» de la reforma de la PAC, y el efecto que esto pueda tener en las características de las medidas. En este punto, es una cuestión capital, saber si serán atendidas dos reivindicaciones «clásicas» del sector, la posibilidad de que se puedan aplicar, la medida de promoción, dentro de la Unión Europea (hasta ahora sólo se aplica en terceros países), y la de inversiones, en terceros países (hasta ahora, sólo en la Unión Europea).
Dos cuestiones, en absoluto baladís, para un sector que crece, año a año, en esfuerzos de promoción, inversiones y exportaciones fuera de nuestras fronteras. Basten dos datos del Observatorio Español del Mercado del Vino (www.oemv.es) para ilustrar la importancia de la exportación. Con cifras de los 11 primeros meses de 2012, el volumen de vino exportado ascendió a 20,6 millones de hectólitros, y la facturación, a 2.243 millones de euros, un 8,7% más que en 2011, tras tres años de fuertes subidas.
Otra cuestión relevante es la decisión de si la cuantía asignada al pago único a los viticultores en el programa de apoyo (ahora destinada a aquellos viticultores que en un período de referencia entregaron uva a bodegas, que dedicaron parte de su producción de vino a la elaboración de mosto o a la venta para la elaboración de alcohol de uso de boca) se mantiene en el marco del programa, o, por el contrario, se «transfiere» a los pagos directos, perdiéndose la «trazabilidad» que une los pagos, a la actividad vitícola. Esta decisión trascendente hay que tomarla, en principio, antes del 1 de agosto de este año.
Y finalmente, en el Programa de apoyo, conviene mencionar un último aspecto relevante: qué se va a financiar a través de la línea de inversiones, y como se va a delimitar la compatibilidad de esta medida con la medida de desarrollo rural de la nueva programación 2014-2020, equivalente a la actual 123, de aumento del valor añadido de los productos agrícolas y forestales, a través de la cual, se financian las inversiones materiales en las bodegas.
En caso de que todo lo que ahora se financia a través de la medida 123 en los Programas de Desarrollo Rural se «derive» al programa de apoyo del sector vitivinícola (tentación evidente, habida cuenta de que los primeros -financiados por el FEADER- requieren cofinanciación, y el último -financiado por el FEAGA- no requiere de fondos nacionales), debe exigirse un nivel de apoyo al sector vinícola similar al de los últimos años, gracias al cual, el sector se ha transformado radicalmente desde el punto de vista tecnológico.
Pero no todo lo que preocupa en el sector tiene que ver con el Programa de apoyo.
El sector, que encadena ya dos años de subida en los precios de la uva y del vino (alcanzándose, en algunas regiones cifras históricas), y la Administración, no pueden olvidar el papel que, en un producto tan complejo como el vino, juegan la elaboración de mosto y alcohol, que, en un año normal, pueden representar alrededor de 9 millones de hectólitros en toda España, un 20% del volumen total de vino. Cuando vengan años malos, que vendrán (bien lo saben los que llevan toda la vida en este sector), habrá que contar con los elaboradores y concentradores de mosto y con los destiladores.
Y refiriéndome a estos últimos, que están pasando por una muy difícil situación (la materia prima, el vino, está a unos precios muy altos, difíciles de repercutir en el producto final, generalmente brandy), no es momento de echar por la borda el esfuerzo realizado estos años pasados por parte del sector con el apoyo de la Administración para que el brandy se elabore, en toda Europa, tal y como establece la legislación vigente, sólo a base de vino.
Los intentos que, desde algunos ámbitos (entendibles desde un punto de vista de interés empresarial), se están produciendo para que se cambie la normativa comunitaria y el brandy pueda elaborarse (parcial o totalmente) a partir de melazas (y no de vino), ademas de alterar la elaboración tradicional de la bebida, puede suponer un auténtico problema para la mayoría de los viticultores españoles. Si los 4 millones de hectólitros de vino que puede demandar un año normal la industria alcoholera, no se destinan a la elaboración de alcohol de uso de boca, los años de dificultades para la venta de vino (que vendrán provocados, principalmente, por una alta producción en España y en nuestros competidores) supondrán un auténtico desastre para los agricultores.
Para resolver esta cuestión y lograr la «cuadratura del círculo», toca mantenerse firmes, desde el sector y la Administración, y ser conscientes, todos, de que la sostenibilidad del sistema pasa por acuerdos estables entre los distintos operadores (viticultores, cooperativas, bodegas, elaboradores de mosto y destiladores), que garanticen un suministro de vino a los destiladores y a los elaboradores de brandy, a precios rentables y competitivos para todos.
Este es el reto.
¿que alternativas a la destilacion vínica tienen las destiladoras?
Interesante pregunta. Las empresas destiladoras pueden, adaptando su proceso productivo, destilar, no sólo vino, si no también, lías y orujos (algunas ya lo hacen), o melazas (procedentes, principalmente de remolacha). Todos estos productos, pueden destilarse legalmente y tienen su mercado. Lo que no se puede hacer, a fecha de hoy, es elaborar brandy a partir de alcoholes procedentes de lías y orujos, o de melazas. Lo que demandan las empresas elaboradoras de brandy es cambiar la legislación para que el brandy pueda elaborarse a partir de alcohol que no proceda, exclusivamente de vino. Lo demandan por el elevado precio de la materia prima (el vino) en la campaña actual, y por la dificultad para repercutirlo en el precio final al consumidor. El problema, si esto se autoriza, es que va a ocurrir en campañas de gran producción de vino, con los volúmenes que antes se destinaban a la elaboración de alcohol para brandy.
Enhorabuena Paco por tu blog, con tus conocimientos y sabiduría constituirá un refernte más en el mundo de la información agraria y rural. En relación al comentario del vino y en especial al referido al futuro Programa de Apoyo para el sector 2014-2018, comentar que a la espera de una posible modificación del reglamento de la OCM única en el que puedan incluirse la promoción en el seno de la UE y también para otros productos vitivinícolas diferentes al vino, comentar la necesidad incluir la vendimia en verde (aunque con requisitos y apoyos diferentes) en el Programa dado que en un futuro podria ser interesante, sobre todo en campañas problemáticas, dada la total ausencia de instrumentos de gestión de mercado (almacenamiento entre otros) y también la necesidad de una medida en favor de la transformación y utilización de mosto y zumos por el interés en potenciar alternativas al vino.
Muchas gracias, José Manuel. Un placer encontrarte por aquí. Intentaremos, modestamente, aportar reflexiones útiles sobre el sector. Las dos cuestiones que propones, la vendimia en verde y la ayuda o incentivo al mosto, van en la línea de dar salida a la producción (de una forma u otra) en momentos de dificultades en el mercado. Es un poco lo mismo que comentábamos para el brandy. Lo que está claro es que el sector necesita alternativas (complementarias) al vino. El balance vitivinícola de los últimos años así lo evidencia. El consumo interno más las exportaciones se queda, en la mejor de las situaciones, 10 millones de Hl por debajo de la producción media (estimada en 40 millones de Hl).
Muy buen análisis, un placer leerte. Es cierto que hay muchos frentes abiertos y muchos intereses encontrados incluso dentro del mismo eslabón de la cadena. Desde luego no será fácil encontrar soluciones para el programa que satisfagan a bodegueros, viticultores y cooperativas de diferentes Comunidades, destiladores, productores de mosto. Sólo espero que se tomen decisiones pensando más allá del corto plazo.Y que se discutan en base a esto.
Un saludo
Muchas gracias, Pablo. Un placer también para mi que participes en el blog. Efectivamente, no será fácil encontrar soluciones que satisfagan a todo el sector, pero, como dices, habrá que pensar a medio plazo y, para ello, tanto la Administración como el propio sector deben intentar hacer sostenible la viticultura, el futuro de cooperativas y bodegas, pero también en el de los destiladores, sin cuya participación, con una producción de 40 millones de hectólitros y mercados a la baja, previsíblemente, los viticultores y las cooperativas tendrían graves problemas.
Francisco, una reflexión bien acertada. Esperaremos que los acontecimientos sean favorables para los intereses del Sector.
Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que hay unas cuantas decisiones que hay que tomar en breve, y que afectan directamente al sector, y que van a marcar su futuro. Seguiremos escribiendo aquí de vino, intentando aportar nuestro granito de arena.